lunes, 5 de mayo de 2008

El "shopping": diversión o pesadilla


Las mujeres nos caracterisamos por muchos cliches que se no han ido poniendo y nunca falla el de "a todas las mujeres les gusta ir de compras".

Con riesgo de traicionar a mi género les comento que yo ODIO ir de compras. Para mi representa un feroz sacrificio y un suplicio digno de tortura. Todo empieza cuando decides ir, que normalmente es en fin de semana porque son los días que descansas y hay más tiempo. Al llegar a una tienda oh sorpresa está hasta el tope de gente, filas de compradores, niño llorosos, etc. En mi caso, le doy vuelta a toda la tienda al grado de hacer surco y termino agarrando unas cuatro cosas; llego a los vestidores y todos claramente llenos. Por supuesto que afuera de los vestidores de damas es muy curioso encontrar un séquito de abnegados hombres que acompañan a sus compañeras de compras (mis respetos chicos). Entro al vestidor y primer cambio, no segundo cambio tampoco, tercer cambio ni que estuviera loca, cuarto cambio a caso alguien ha perdido la cabeza? total que salgo sin nada, frustrada porque ya gaste mínimo una hora y media en merodear la tienda y al final nada me gusto.

Lo peor de ir de compras es ir en compañía de alguien. A menos que vayan única y exclusivamente como coaches de shopping sin que se prueben nada, simplemente no vale la pena ya que los acompañantes pueden ser aquellos apasionados de las compras y se tardan HOOOOOOORAS probandose cambios y eligiendo las combinaciones y uno que era quien iba a ir a comprar termina esperándolos cosa que es horrible porque yo decido pasar a la siguiente tienda y no me puedo ir porque tengo que esperar a que fulana se pruebe las 300 blusas que agarro y modele cada una, diciendo para cuando se la va a poner y lo feliz que la hace tener esas 300 blusas que en nada se parecen a las otras 1500 de su guardaropa.

Ir de compras sin tener un objetivo de lo que se quiere es lo peor porque entonces terminas viendo toooooda la tienda tardándote el doble del tiempo y al final sin comprar nada.

A mi me gusta ir de compras: sola, con ídea de que voy a comprar, y muy bien terapeada de la cabeza porque si no, no lo puedo soportar.

A veces me quejo que no tengo nada que ponerme pero por el precio de tener mi espíritu tranquilo y no nadar ni involucrarme en un día de shopping, prefiero reciclar hasta que se rompan mis jeans.